La cultura del seguro en México

Tras los acontecimientos recientes en nuestra ciudad y en el resto de la república, muchas personas se han encontrado en aprietos por la pérdida de sus patrimonios e incluso de sus familiares. Es nuestro deber principal honrar la memoria de todas las vidas perdidas a raíz del terrible terremoto del diecinueve de septiembre. Sin embargo, no podemos olvidar que la parte más difícil de nuestra recuperación como nación empieza ahora.
Debemos empezar con la reconstrucción de nuestros hogares, nuestras rutinas y nuestras formas de enfrentar emergencias. Es hora de poner bajo la lupa a nuestras instituciones, y mejorar el andamiaje legal, institucional y económico para la atención de este tipo de siniestros.
Pero también es hora de revisar la cultura del seguro que tenemos en México.

Un porcentaje mínimo de personas (sólo el 8%, según datos de la AMIS) cuentan con un seguro inmobiliario contra catástrofes naturales, a pesar de que vivimos en un país en el que suceden desastres naturales con mucha frecuencia. Si alguna de esas personas tuvo un problema con su hogar esta semana y lo comunicó con su aseguradora, seguro ya recibieron la ayuda pertinente para poder reconstruir su patrimonio.

¿Pero qué pasa con el 92% restante? Los mexicanos no tenemos la cultura de la previsión. Muchas personas optan por tener una tarjeta de crédito “para emergencias” que lo único que incita es la deuda y en realidad perjudica mucho más de lo que pueda ayudar.
Hay que preguntarnos entonces por qué la gente no recurre a los seguros como primera opción para protección, en lugar de endeudarse o no recibir protección en absoluto.

¿Será la desconfianza que le tienen a las aseguradoras? ¿El desconocimiento de la verdadera función de un seguro? ¿El mito de que un seguro es un lujo en lugar de una necesidad?
Esta es una excelente oportunidad para que reevaluemos nuestra imagen hacia el público en general y para que ideemos en conjunto nuevas alternativas u opciones para disipar finalmente la desconfianza hacia los seguros. No nos colguemos del desastre para meter miedo e incitar la venta de los seguros, mejor demostremos con nuestra ayuda a los perjudicados que cumplimos nuestra palabra de forma eficaz. Finalmente, nuestro trabajo es por y para los mexicanos.