El sueño y el estrés son una tarea pendiente de los seguros

Dos de los temas que se tratan poco en las publicaciones médicas son los problemas relacionados al sueño y al estrés, cosa que resulta preocupante porque la gente no dispone de mucha información al respecto, a pesar de que son dos problemas bastante comunes.

Primero que nada, la importancia del sueño recae en la obvia necesidad del cuerpo de realizar esta actividad que tiene una íntima relación con el control del estrés y el desarrollo adecuado del organismo humano, lo que quiere decir que prescindir de esta actividad puede, en el mejor de los casos, ocasionar problemas de salud física y mental. Y aún cuando por decisión es casi imposible no dormir, existen problemas como el insomnio que lo vuelven posible.

Una de las formas en las que los científicos estudian el sueño, es mediante el análisis del movimiento ocular, mismo que tiene dos clasificaciones principales: sueño “no MOR” (movimiento ocular rápido) y sueño “MOR”. El primer tipo consta de cuatro fases: la fase uno es el sueño ligero, la fase dos se caracteriza por subidas y bajadas en la actividad eléctrica del cerebro y la fase tres es donde se llega al sueño profundo o “sueño delta”.

La fase cuatro del sueño consta de movimientos oculares rápidos (MOR), donde hay una mayor actividad eléctrica en el cerebro pero es la que más descanso le proporciona al organismo. En esta etapa es donde se llevan a cabo las ensoñaciones. Lo normal es que durante la noche ocurran de cuatro a seis periodos de esta clase.

Durante la fase de sueño profundo se produce la restauración física y durante la fase cuatro se lleva a cabo la restauración cognitiva, es decir, la relacionada a funciones de memoria, aprendizaje y concentración. Las necesidades de sueño varían según la actividad física, la edad, la actividad intelectual y el momento de la vida de la persona en cuestión.

El estrés

Este concepto se define como una reacción fisiológica del organismo que activa diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de mayor demanda fisiológica, en otras palabras, es una forma en la que el cuerpo se prepara para dar respuestas de lucha o huida ante ciertas situaciones. La persistencia de este estado puede contribuir a la aparición de trastornos generales o específicos en el cuerpo, es decir: enfermedades. Entre las más comunes se encuentran la colitis, migraña, hipertensión arterial sistémica, accidentes cerebrovasculares, etc.

El peligro de este tipo de trastornos yace en que las aseguradoras no consideran la falta de sueño ni el estrés como enfermedades, por lo que, aún cuando pueden generar grandes gastos hospitalarios y graves problemas de salud, no se cree que requieren ser cubiertas por las mismas. Situación que debería reconsiderarse a la hora de generar pólizas de Gastos Médicos Mayores, ya que el sueño y el estrés forman parte importante del desarrollo fisiológico del ser humano.

*Con información de El asegurador.